El duende

Bienvenido a Salamanca

Amanecen los tiempos y Salamanca es una laguna prehistórica. Aún no se llama así, porque no hay nombres en el mundo. Transcurre una eterna mañana mientras aparecen los hombres, se yerguen... Ya hay algunos fabricando herramientas a eso de las doce treinta. Poco antes de la hora de comer llegan algunos pastores. Visten de negro y adoran a un toro de piedra. Se hacen llamar vacceos y vettones. Son rústicos y sobrios. Pasa una hora y llegan los elefantes de Aníbal. Minutos después los romanos con cascos de bronce, haciendo tortugas con los escudos. A la hora del café han levantado un puente, una calzada. Les ha dado tiempo a traer el derecho y la religión del crucificado. Pero algo falla y a las cuatro y cuarto de la tarde les relevan otros pueblos. En un cuarto de hora suevos, vándalos, alanos, godos e hispanorromanos pasan precipitadamente por la ciudad.

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